Matt apenas durmió esa noche. La tensión acumulada durante
el día todavía recorría su cuerpo y Gisele tampoco se lo puso fácil. Medio
dormida y todavía bajo los efectos secundarios de la anestesia, Gisele
aprovechaba cada roce entre ambos para insinuarse y provocarle, pero no se
permitió caer en esa tentación debido al estado de Gisele y las claras
indicaciones del doctor para que guardara reposo.
A la mañana siguiente, cuando Gisele se despertó, Matt se
permitió el lujo de bromear sobre el tema:
—Buenos días, pequeña provocadora —la besó en los labios y
añadió—: ¿Qué tal estás?
—Te mentiría si no te dijera que he estado mejor —le confesó
Gisele.
— ¿Puedo hacer algo para que te sientas mejor?
—Mm… —ronroneó Gisele—. Ya sabes qué puedes hacer.
—Gisele…
—Sí, lo sé. Tengo que guardar reposo —protestó Gisele—. Te
has encargado de recordármelo durante toda la noche.
—Te aseguro que para mí tampoco ha sido divertido —masculló
Matt—. No vas a hacer que cambie de opinión, mi prioridad es tu salud y tu
seguridad.
Gisele no insistió más, sabía que Matt no cambiaría de
opinión. El doctor pasó a examinarla a primera hora de la mañana y Gisele
aprovechó para aclarar algunas dudas:
—Doctor, ¿hasta cuándo se supone que debo guardar reposo
absoluto?
—Te veo muy bien, así que había pensado en que te levantaras
y caminaras un poco para ver cómo te sienta. Es posible que te marees un poco,
así que es importante que no intentes hacerlo sola —le advirtió el doctor.
— ¿Eso significa que esta noche podré dormir en casa?
—Si pasas bien el día y Matt se asegura de que no hagas
ningún esfuerzo, es posible que puedas pasar la noche en casa.
—Y, siempre que no haga esfuerzos, ¿puedo hacer vida normal?
—Gisele… —le advirtió Matt.
— ¿Qué es lo que quieres saber exactamente? —Le preguntó el
doctor sin andarse por las ramas.
—Adelante Gisele, pregúntale al doctor lo que quieres saber
—la animó Matt sonriendo maliciosamente, poniéndola en un aprieto.
Gisele se ruborizó, el doctor adivinó lo que quería saber y
decidió no hacerla pasar por el mal trago de preguntárselo directamente:
—Siempre y cuando no haga ningún tipo de esfuerzo, puede
hacer lo que quiera. Le conviene estar relajada y estoy seguro que Matt sabrá
cómo ayudarla a conseguirlo.
—Gracias doctor, ha sido muy amable —le agradeció Gisele.
—Regresaré a verla más tarde —se despidió el doctor antes de
marcharse.
Una vez a solas, Matt y Gisele se desafiaron con la mirada
durante unos segundos, ambos defendiendo su postura. Matt no estaba dispuesto a
poner en riesgo a Gisele y ella no iba a desistir hasta conseguir lo que
deseaba.
—Hagamos un trato —le propuso Matt tratando de llegar a un
acuerdo—. Tú sigues al pie de la letra las indicaciones del doctor y yo haré
todo lo posible para complacerte, sea cual sea tu capricho.
—Mm… El doctor me ha dicho que debo guardar reposo, pero
también que puedo hacer mi vida normal sin realizar esfuerzos…
—Gisele, hace apenas doce horas estabas inconsciente y a
punto de morir desangrada, no pienso poner en riesgo tu vida otra vez —argumentó
suavizando el tono de voz. La besó levemente en los labios y le rogó en un
susurro—: No me lo pongas más difícil, acabarás matándome.
Gisele se resignó a conformarse con lo que tenía, que no era
poco. Después de lo que había ocurrido con Erik y sus hombres, Gisele entendía
que Matt fuera precavido, pues imaginaba que él tampoco lo había pasado bien.
—De acuerdo —aceptó Gisele.
— ¿Así sin más? ¿No vas a replicar ni a protestar? ¿Vas a
obedecer sin rechistar?
—Por supuesto, adoro a mi marido y hago cualquier cosa por
él —le respondió Gisele divertida mientras le lanzaba un beso al aire.
Matt le dedicó una amplia sonrisa y a punto estuvo de
apoderarse de su boca como si fuera un lobo hambriento, pero alguien llamó a la
puerta de la habitación y le interrumpió antes de que hiciera algo de lo que
acabaría arrepintiéndose. Matt reconoció a la doctora que acompañaba a Ben, una
eminencia en psicología especializada en situaciones como la que Gisele acababa
de vivir y a la que Ben había convencido para que la visitara. Ben hizo las
presentaciones oportunas y, acto seguido, la doctora pidió a los chicos que la
dejaran a solas con Gisele.
—Estaré ahí fuera si me necesitas, Gisele —le dijo Matt tras
darle un beso en los labios.
Gisele asintió y le dedicó una sonrisa para hacerle saber
que estaba bien y no tenía nada de lo que preocuparse. Matt y Ben salieron de
la habitación y Gisele se quedó a solas con la doctora.
—Solo quiero hacerte unas preguntas para evaluar cómo te
encuentras, no es más que una práctica rutinaria y no tienes nada de lo que
preocuparte —comenzó a decir la doctora con un tono de voz que transmitía
bondad y ternura—. Todo lo que hablemos aquí es absolutamente confidencial y
quedará entre nosotras, ¿quieres contarme qué ha pasado?
—Recibí un vídeo en el que mi cuñada estaba atada en una
silla, encerrada en una habitación a oscuras, y una voz distorsionada me amenazó
con matarla si no aparecía sola en el edificio de mi antiguo apartamento en una
hora.
—Y decidiste ir sola porque no querías que le hicieran daño
a tu cuñada.
—Sé que es estúpido, pero Erik es mi problema y no quiero
que mi marido ni su familia sufran por mi culpa.
—Gisele, nada de lo que ha pasado ha sido culpa tuya —la
corrigió la doctora.
Esperó unos segundos y Gisele continuó contándole su relato
sobre lo ocurrido:
—Tuve que esperar varios minutos hasta que Erik apareció, me
apuntó con una pistola y me guió hacia la esquina de la calle donde dos de sus
hombres nos esperaban en una furgoneta para llevarnos a la fábrica abandonada
donde tenían a Kelly. Estuvimos poco tiempo y huimos en otra furgoneta, pero le
di a Kelly mi reloj para que Matt la encontrara.
—Te fuiste con Erik para que dejaran libre a Kelly —apuntó
la doctora.
—Paramos a descansar en un refugio de cazadores, Erik y dos
de sus guardaespaldas fueron al pueblo a comprar algo para comer y entonces aproveché
para intentar escapar.
— ¿Habías disparado un arma alguna vez?
—Sí, pero nunca le había disparado a una persona.
— ¿Crees que has hecho algo mal?
—He matado a cinco personas, una de ellas fue mi novio
durante más de tres años —comentó Gisele—. Hice lo que debía, pero hubiera
preferido que todo hubiera acabado de otro modo.
—Sé que no es agradable, pero debo preguntártelo. ¿Cómo te
sientes respecto a la muerte de tu ex novio?
—Estoy confusa, tengo sentimientos contradictorios —le
confesó Gisele—. Tenía miedo de Erik, sobre todo después de enterarme de quién
era realmente. No me siento feliz de haberle matado, pero le mentiría si le
dijera que no me siento aliviada.
— ¿Has pensado en cómo afecta todo esto a la relación con tu
marido?
—Matt dirige una agencia de seguridad, él insistió en
encargarse de todo desde el principio para tratar de protegerme, sabía que
estaba asustada. Siempre evitó hablar del tema, llevaba la investigación con
discreción para no preocuparme. Ni siquiera me dijo que Erik era en realidad el
hermano de un criminal, pero sé que no me lo dijo para no hacerme daño.
—Es una reacción normal en un hombre como tu marido —le
explicó la doctora—. Es un hombre disciplinado, controlador y testarudo,
imagino que debió movilizar a toda la agencia para que trabajaran en el caso.
—Matt es el mejor hombre que he conocido.
La doctora le sonrió con complicidad, era evidente que aquella
pareja se amaba y permanecían unidos ante las peores adversidades.
Matt, cansado de esperar en el pasillo, llamó a la puerta de
la habitación y la abrió, no quería pasar ni un minuto más lejos de Gisele:
— ¿Qué tal va todo por aquí?
—Muy bien, Gisele y yo hemos estado charlando y todo parece
estar bien —le informó la doctora—. Sin embargo, a veces estos traumas surgen
pasados unos días, semanas o inclusos meses. Gisele, te dejo mi tarjeta por si
te apetece charlar.
—Gracias, doctora —dijeron Matt y Gisele al unísono.
La doctora se despidió y Ben, tras saludar a Gisele,
acompañó a la doctora a la salida, dejando al matrimonio a solas en aquella
habitación.
—Parece que de momento no estoy loca —murmuró Gisele
ligeramente molesta por aquella encerrona.
—Solo me preocupo por mi esposa —se defendió Matt besándola
en la frente.
—Lo sé, pero estoy bien y quiero que dejes de preocuparte
por mí.
—Lo haría si no te gustara tanto ir de aventura —bromeó Matt
para hacerla sonreír.
—Ahora solo quiero ir a casa y meterme en la cama contigo.
—El doctor ha dicho que pasaría a examinarte por la tarde,
si todo está bien te dará el alta con la condición de que guardes reposo —le
recordó Matt—. Tienes muchas visitas esperando para verte, el día se te pasará
volando.
— ¿Te vas a quedar conmigo todo el día?
—No pienso ir a ninguna parte sin ti, preciosa —le aseguró
Matt.
Matt le dio un largo beso a Gisele en los labios, fue un
beso lento y delicado, un beso cargado de amor.
—Ejem, ejem —fingió toser Jason al entrar en la habitación y
ver a la pareja besándose—. No pretendíamos molestar pero la puerta estaba
abierta.
— ¡Gisele! ¿Cómo estás? ¿Te duele algo? Cómo no te va a
doler, ¡te han disparado! —Exclamó Sarah aterrada solo de pensar por lo que
había pasado su amiga.
—Estoy bien, Sarah —le aseguró Gisele.
—Ya he visto que Matt te cuida muy bien —bromeó Sarah
haciendo referencia al beso que se estaban dando hacía escasos segundos—. Conociendo
a Matt, seguro que te mima y te complace en todos tus caprichos.
—En casi todos —la corrigió Gisele con la mirada clavada en
Matt.
— ¿Problemas en el paraíso? —Se mofó Jason.
—A pesar de que ayer le dispararon, Gisele no comprende que
debe guardar reposo y seguir las indicaciones del doctor —respondió Matt
enfurruñado.
— ¿Qué es lo que se te ha antojado para tenerle así? —Le
preguntó Sarah a su amiga. Gisele se ruborizó y Sarah adivinó qué era lo que
quería—. Quizás debas esperar unos días antes de practicar sexo salvaje, pero
no creo que un poco de sexo suave te vaya a hacer daños. De hecho, creo que os
vendría muy bien a los dos.
— ¿Podemos cambiar de conversación? —Gruñó Matt.
— ¿De qué habláis para que Matt esté gruñendo? —Preguntó
Kelly bromeando al entrar en la habitación, seguida de Leonor, Elsa, Tyler y
Ben—. ¿Cómo estás, cuñada?
—Estoy bien, pero te mentiría si te dijera que no podría
estar mejor —le respondió Gisele con una amplia sonrisa.
—Qué mal lo hemos pasado, no nos vuelvas a hacer esto, hija —le
rogó Leonor emocionada, con las lágrimas en los ojos.
—Cielo, nos has tenido muy preocupados a todos —sollozó
Elsa.
—Por favor, no lloréis que estoy bien —les rogó Gisele,
también emocionada.
—Gisele está bien y Matt se asegurará de que esté aún mejor,
¿verdad, Matt? —Se mofó Jason.
—Por supuesto que sí, Matt complacerá a Gisele en todo lo
que ella pida —sentenció Leonor lanzando una clara mirada de advertencia a su
hijo.
—Ya has oído a tu madre, será mejor que le hagas caso —le
dijo Sarah a Matt, mofándose.
—Matt siempre cuida de mí, me mima y me complace. Lo hace
desde el primer día que nos conocimos —dijo Gisele con absoluta sinceridad, mirando
a Matt a los ojos.
Aquellas palabras fueron directas al corazón de Matt que,
pese a que no era una declaración de amor, sí era una clara demostración de
lealtad. Gisele valoraba todo lo que Matt había hecho por ella, él era un
hombre ejemplar y no estaba dispuesta a que su familia y amigos pensaran lo contrario
por una broma a costa de un estúpido capricho. Matt se acercó a ella, le dio un
leve beso en los labios y le susurró al oído:
—Seguiré cuidando de ti, mimándote y complaciéndote.
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